jueves, 22 de noviembre de 2007

Las consecuencias del alto rendimiento, primera parte

Para poder llegar bien y participar del mundial de rugby disputado en Francia, El forward de los Brumbies de Nueva Zelanda, Tawake tomó la drástica decisión de amputarse el dedo. “Fue algo muy difícil pero pensé en mi futuro en el mundo del rugby”, se excusó. El deportista había sufrido la fractura de su dedo anular de la mano derecha durante un partido.
Guillermo Lucas Spikermann es medio scrown de San Fernando y miembro del seleccionado argentino de rugby en la especialidad seven. En el 2000, tuvo una pequeña lesión meniscal y consultó con los especialistas que le recomendaron rehabilitación kinesiológica. Guillermo se informó con el médico de Los Pumas, que a diferencia de sus colegas, le indicó la intervención quirúrgica como mejor opción. La operación no resultó y pocos meses después el rugbyer se rompió los ligamentos cruzados de la misma rodilla. “Yo sabía que no era necesario operarme, pero mi sueño era jugar en el seleccionado”, aseguró.
Las lesiones se multiplican y a raíz de una de ellas, el 6 de julio de 1992 fue fundada la Fundación Rugby Amistad, una agrupación que asiste a todo jugador que se accidente en una cancha de Rugby. Su objetivo principal es hacer publicas las condiciones de seguridad y por sobre todas las cosas brindar apoyo moral, espiritual y económico a cualquier jugador que quede discapacitado. De todas formas, las consecuencias físicas del alto rendimiento se ven en otros deportes. Alberto Pérez Ghersi es esgrimista del equipo argentino de sable y sufrió una obstrucción arterial en la parte posterior de la rodilla. “Todo eso producto de un sobre entrenamiento hecho en Europa el año pasado, donde entrenaba 3 veces por día, los cinco días de la semana”, afirmó.

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