Horacio Elizondo, íntimo

“Fui un ser feliz”, confiesa un retrospectivo Horacio Elizondo, el juez argentino que luego de dirigir cinco partidos en el Mundial de Alemania, entre ellos el inaugural y la final, se convirtió en el más importante en la historia del fútbol. Profesor de Educación física, poeta, amante del golf y de la vida en familia, el árbitro abrió las puertas de su casa, en Parada Robles, Provincia de Buenos Aires, para reflexionar sobre la experiencia deportiva que transformó definitivamente su vida.

Días atrás dijo que todo esto era un sueño, ¿se despertó?

De a poquito estoy volviendo a mi país, a mi casa, mentalmente sobre todo. Todavía tengo frases y resabios de lo vivido. Fueron muchos días, casi cincuenta, con muchas vivencias, emociones, responsabilidades, stress, pero todo esto resumido con un aporte muy grande: fui un ser feliz.

¿Cómo se hace para disfrutar sin perder la concentración?

Yo creo que disfrutar del arbitraje es la ejecución de aquéllos propósitos para los que te preparas en el entrenamiento, en la formación, en el aprendizaje, para que todo salga como vos lo pensaste. Y cuando ves que eso se va dando dentro de un partido comenzás a divertirte.

¿Qué sintió cuando dio el pitazo final, el día de la final?

Fue el día en que terminó el Mundial para nosotros y el que decís: misión cumplida. Antes de ir a Alemania, Darío, Rodolfo y yo, pensábamos en hacer un muy buen papel. Ir con la cabeza preparada sin importar el partido ni la instancia en que nos tocara dirigir, “abrazar” ese partido fuertemente, disfrutarlo y poner todo lo que teníamos. Son muchos años de preparación para este Mundial. Así que todo tenía que salir bien y las mentes estaban preparadas en forma positiva para ello. Gracias a Dios pudimos y creo que este último partido fue eso. Terminar nuestra historia en un Mundial de la mejor manera.

¿Cómo recuerda el momento en que le comunican que iba a ser el árbitro de la final?

Cuando escuché mi nombre puse la cabeza contra la mesa. Fue un instante en el que sentí que habíamos coronado un sueño que jamás habíamos soñado. Así que fue un instante, en lo estrictamente arbitral, de gloria. Segundos que compartís contigo mismo, de una felicidad inconmensurable.

¿De quiénes se acordó en ese momento?

De todos los que están hoy acá en mi casa. Mi familia y mis padres. Tuve la necesidad, apenas terminó el partido de agarrar el celular y llamarlos para agradecerles toda su formación y amor. Porque me permitieron cumplir este fantástico sueño. Y después, tener una esposa maravillosa que compartió conmigo todo lo que hice, que me ayudó, que me dio una mano cuando las cosas no andaban bien, que siempre me contuvo, habló y aconsejó. Sin ellos, por más esfuerzo que hubiese hecho, no hubiera alcanzado esto.

Mañana, la segunda parte de la entrevista que Motivados le hizo a Elizondo.